Cientos de años antes del éxodo de Israel desde Egipto, previo al reconocimiento griego de Asclepios como dios de la medicina, mucho antes de los días de Homero y del nacimiento de Hipócrates, vivió en Egipto un hombre conocido por su habilidad de curar.
- Dra Sonia Lesyk.
- Jefa de Diagnóstico por Imágenes, Sanatorio Trinidad Palermo.
- Doc. Adsc. de Historia de la Medicina. Facultad de Medicina, USAL.
- Doc. Adsc. de Diagnostico por Imágenes. Facultad de Medicina, UBA.
Cientos de años antes del éxodo de Israel desde Egipto, previo al reconocimiento griego de Asclepios como dios de la medicina, mucho antes de los días de Homero y del nacimiento de Hipócrates, vivió en Egipto un hombre conocido por su habilidad de curar.
I-Em-Hotep o Imhotep (Figura 1), nombre que significa “el que vendrá en paz”, parece haber nacido en Ankhtowe, un suburbio de Menfis, en el día 16 de Epifi, tercer mes de la estación de la cosecha, aproximadamente en el año 3000 aC. Era hijo de Kanofer (“gran arquitecto”) y de Khereduonkh.

Figura 1: Escritura egipcia en jeroglíficos cuya traducción es Im-Hotep: I+ M+JTP+T+P+ ideograma de rey
Vivió y trabajó durante el tiempo de la III dinastía del viejo reino (años 2686-2613 aC.) y sirvió en el reinado de cuatro faraones. El conocimiento científico de Imhotep (Figura 2) era muy extenso: fue arquitecto del faraón, escriba, astrónomo, filósofo y médico del rey Djeser o Zoser de la III dinastía egipcia, siendo además el creador de la Pirámide Escalonada de Saqqarah (Figura 3).

Figura 2: Gráficos de representaciones de Im-Hotep (2667-2648 AC) en el Templo de Philae.

Figura 3: Fotografía de la pirámide escalonada de Saqqarah. National Geographics.
La pirámide de Saqqarah es la primer gran pirámide de la civilización egipcia realizada en piedra. Representa el punto de inflexión entre las antiguas mastabas y grandes pirámides. Mide 140 metros de largo por 118 metros de ancho con una altura de 60 metros. Sus lados se orientan a los puntos cardinales. Es maciza y debajo de ella se encuentran pasadizos excavados en el suelo de los que surgen los corredizos que comunican con las cámaras. El complejo monumental mide 15 hectáreas y está rodeado de una muralla de 1500 metros de longitud y 11 metros de altura con una única entrada al este. En el ángulo sudoeste se encuentra una pared rematada con un friso de cobras (“uraei”), que tenían la misión de alejar fuerza nocivas (Figura 4).

Figura 4: Pared sudeste con el friso de cobras.
Imhotep es considerado el fundador de la medicina egipcia y el autor de lo que sería conocido muchos siglos después como el papiro de Edwin Smith, llamado así en memoria del egiptólogo que lo recuperó y lo compró (Figura 5). En la actualidad se encuentra expuesto en la Academia de Medicina de Nueva York.

Figura 5: Edwin Smith (1822-1906). Pintura al óleo realizada por Francesco Anelli, de la colección de la New York Historical Society.
Este papiro (Figura 6), de algo más de 4.5 metros de largo, está escrito en ambos lados. Consiste de 22 columnas con casi 500 líneas. En él se relatan tratamientos de las heridas de guerra y descripciones anatómicas. Se describen la existencia del corazón, el hígado, los vasos sanguíneos, riñones, uréteres, etc. Hay que tener en cuenta que los egipcios, al practicar el embalsamamiento de sus muertos, tenían la posibilidad de examinar las vísceras humanas.

Figura 6: Fragmento del Papiro de Smith. El Papiro Edwin Smith es el más antiguo documento médico conocido. Data del 1500 AC aproximadamente y fue escrito por escribas egipcios basándose en otros textos médicos de la época entre los que destacan los de Imhotep.
Los egipcios desarrollaron una teoría médica basada en conocimientos anatómicos. Para los egipcios los vasos sanguíneos nacían en el corazón y transportaban a su vez aire y líquidos, como sangre, esperma, lágrimas y orina, a las diferentes partes del cuerpo. Además, el pensamiento residía en el corazón. De hecho, de esta creencia sobre que los pensamientos residían en el corazón hemos probablemente generado la conocida frase “no pienses con el corazón sino con la cabeza”.
El papiro de Edwin Smith contiene 48 casos clínicos ilustrativos con diversas lesiones traumáticas y accidentales de la cabeza, la cara, el cuello, los brazos, el tórax, el hombro, y la columna vertebral, en ese orden. Cada caso está dispuesto en forma lógica, incluyendo un encabezamiento descriptivo o un diagnóstico presuntivo, resultados de exámenes, diagnóstico final, pronóstico y tratamiento. Se clasifica cada caso en relación al pronóstico como favorable, incierto o intratable y teniendo en cuenta el tratamiento en “condición médica que yo puedo tratar”, “condición médica que puedo paliar con” y “condición médica que no puede ser tratada”.
Entre otros aspectos interesantes, este papiro aporta varios casos de trauma del sistema nervioso central. Se halla la primicia de la escritura de la palabra “cerebro” (Figura 7) así como una de las más antiguas descripciones de las meninges y el líquido cefalorraquídeo. Tiene la primicia en la descripción de las convulsiones o delirios post trauma. Hace alusión al primer caso de afasia reportado en la literatura al enunciar un paciente que después de un trauma de cráneo “estaba frustrado” por la imposibilidad para hablar y que desarrolló una rigidez nucal, que podía estar en relación con una irritación meníngea, caso que además reporta como grave y que en su condición solo podría ser aliviado o consolado, pero no tratado. Alude otros lesionados con fracturas de cráneo, tanto abiertas (con exposición de las meninges y el cerebro) como cerradas, de la base del cráneo, con o sin déficit neurológico, con o sin depresiones de fragmentos óseos, y fracturas de la cara. Particularmente se pronuncia con elementos de mal pronóstico cuando hay depresión ósea, exposición de las meninges y el cerebro, heridas craneales infectadas o tétano, grandes traumas cráneofaciales, puñaladas u otras lesiones penetrantes.

Figura 7: Diccionario de Jeroglíficos de Wallis Budge. La escritura se traduce como “cerebro”.
Aunque por aquel entonces el desconocimiento de la fisiología del sistema nervioso central no permitía una interpretación del proceso patológico, el papiro de Edwin Smith aporta varios casos de parálisis de los miembros en las lesiones traumáticas de la columna vertebral y síntomas de deterioro neurológico en un aplastamiento de una vértebra del cuello, así como la parálisis de la vejiga y los intestinos.
Uno de los casos más interesantes acerca del tratamiento de dislocaciones que se recoge en el documento es la reducción de la mandíbula, técnica que ha permanecido invariable desde los tiempos faraónicos hasta nuestros días.
Otro procedimiento enunciado en este papiro es el taponamiento nasal para tratar el sangrado en casos de fracturas nasales. Existe, además, la descripción de la colocación de una férula como tratamiento de un trauma nasal (Figura 8).

Figura 8: Representación grafica de tratamiento de trauma nasal.
El hecho más sobresaliente de la medicina del antiguo Egipto es la separación entre religión, magia y elementos empíricos. Cada uno de ellos era profesionalmente desarrollado por sacerdotes, magos y médicos, y los ciudadanos acudían a unos o a otros.
Imhotep fue el primer médico conocido por su nombre en Egipto y en el mundo. Fue estimado por el pueblo egipcio como “el inventor de la cura” y después de su muerte fue venerado como un semidiós, hasta que 2000 años después de su deceso fue ascendido al rango de “Dios de la cura y la medicina” (Figura 9).

Figura 9: Estatuilla de ImHotep exhibida en el Museo Egipcio de Barcelona.
Imhotep fue reconocido a su muerte como dios de la medicina y le fueron consagrados muchos templos. El primero en Memphis se convirtió en un hospital y en una escuela de magia y medicina. Este templo fue llamado por los griegos Asklepieion. Otro templo del que se tiene conocimiento existió en la isla de Philae y fue construido bajo los Ptolomeos (Figura 10). También había un pequeño templo en Tebas, pero parece haber sido menos importante que el de Philae.

Figura 10: Mapa del año 1923 de las ruinas de Philae con los templos de Im-Hotep, Arhesnofer, Arendotes, Augusto, Isis, y Hathor.
Como dios de la medicina tuvo sus alter ego entre los griegos (que lo conocieron como Asclepios) y entre los romanos (que lo conocieron como Esculapio). Su culto alcanzó su máximo esplendor durante los tiempos greco-romanos cuando fue comparado con el “dios griego” Asclepios, perdiéndose a partir de entonces en el olvido. El dios Esculapio adopto el emblema de una serpiente, semejante a “uraei” del friso de cobras (Figura 4), enroscada sobre un bastón, el que se convirtió con el paso del tiempo en el símbolo de la medicina occidental (Figuras 11).

Figura 11: Estatua de Eusculapio. Villa de Poggio Imperiale, Florencia. Foto de Sailko.
Además de los templos de Imhotep se encuentran registros de un sanatorio, que estaba situado en la terraza superior del templo de Hatshepsowet en Deir-el-Bahari y que fue entregado al culto de Imhotep y del otro héroe deificado Arnenophis, hijo de Hapi. Ambos que fueron tratados en este periodo como patronos de la curación.
Tres mil años después de su muerte se lo seguía adorando. Imhotep fue un hombre excepcional que sin ser faraón fue deificado, habiendo capillas dedicadas a su culto en los principales templos egipcios se encontraban capillas dedicadas a su culto.
Si su recuerdo no se hubiera ocultado en el mundo occidental durante cientos de años, probablemente los médicos haríamos un juramento imhotepico en lugar del juramento hipocrático (Figura 12).

Figura 12: Conmemoración postal que hace referencia a Im-Hotep como el primer medico de la historia.